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A mediados del mes de agosto del 1959 La Habana era una de las más florecientes y encantadoras ciudades del Caribe. La alegría bulliciosa contagiaba el espíritu y hacia saltar el corazón al compás de la música proveniente de los lugares de entretenimiento.

El documental "PM" de Saba Cabrera Infante y Nestor Almendro se encargaría de recoger tiempo después, como nunca lo hizo o lo pudo hacer ningún documentalista de la emergente nueva clase, toda esa ebullición jaranera que flotaba en cada rincón de la isla.

La Lupe al comienzo de su carrera se dintinguía más por los gestos y muecas que por la bellísima voz que poseía.El haberse liberado de un tirano era motivo suficiente para divertir y disfrutar del ron, la algarabía y sobre todo la música. Esa parte del alma del cubano que ya comenzaba a languidecer por la lucha entre los abusadores y los abusados. Recién casado, me dedicaba a recorrer los nuevos centros nocturnos tratando de ponerme al día en cuanto a los nuevos valores y a los viejos favoritos.

Un amigo de nombre Luis me había conversado acerca de la decoración de ambiente marino que él había ayudado a colocar en un club nuevo en la zona de la Rampa en el Vedado. "La Red" era típica de los clubes nocturnos de la zona en cuanto a espacio, servicio y precios. Esa noche me decidí visitarlo por no haber un show programado lo cual me permitía un rato de esparcimiento tranquilo con mi esposa , amén de la oportunidad para practicar el drum con el pianista mientras los otros miembros de la reducida orquesta tomaban un breve descanso.

No hubo cinco minutos de "jamming" cuando el pianista me hizo señas de que la futura "estrella" del futuro show, deseaba ensayar con su propio pianista. Permanecimos un rato más para ver aquel "impromptu" que resultó mucho más bestial que lo que allí esperábamos, es decir, un mar de tranquilidad y música suave. Nunca había visto a nadie expresarse artísticamente de una manera tan desaforada. Pescozones, empujones al pianista, haladera de pelos, en fin que creía que estaba presenciando un ataque de locura y decidí marcharme. En definitiva no sabía yo siquiera que canción, si alguna, trataba de interpretar aquella trigueña bien proporcionada.

Cuando me dirigía a la puerta tuve que pasar cerca de aquel remolino artístico, apurado y temeroso de que me lanzaran una botella a la cabeza por abandonar el recinto, le miré fijamente tratando de hacerle ver que no temía, pero que me largaba y le dejaba el ruedo al toro. Y ella me clavó la vista, firme y comprensiva. Me impresioné con esos ojos tan grandes y expresivos que aun en la semi-penumbra del club desbordaban una dulzura salvaje.

No supe hasta el siguiente día de quién se trataba. Y luego con los años me convertí en un admirador de su voz, pero sus gestos nunca más los he vuelto a ver. ¡Cuanto me gustaría que estuviera aun entre nosotros esa reina que llamamos "La Lupe" !

El nombre de este dinamo era Guadalupe Victoria Yoli Raymond, pero todos la conocian por: La Lupe. Nació el 23 de diciembre de 1939 en un pueblo cercano a Santiago de Cuba. Murió en 1992 a los 53 años en el hospital Lincoln, del Bronx en Nueva York.

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