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Foto del poeta dedicada a la revista del colegio De La Salle, Vedado, Cuba.
(1922)

Gustavo Sánchez Galarraga

Autora: Maria Teresa Villaverde Trujillo
ashiningworld@cox.net

Escritor, poeta y animador teatral, hijo de un acaudalado matrimonio. nació el 2 de febrero de 1893 en La Habana, en el barrio de El Cerro, el barrio inmortalizado en pinturas y poemas, donde también nacieron otros tantos famosos artistas. Los habaneros, que amaban de manera entrañable a su ciudad, tenían en El Cerro, por su historia patriótica y su riqueza artística, uno de sus mayores orgullos; zona donde destacaban: la casa quinta del Marqués de San Miguel de Carvajal, la del Conde de Fernandina, la del conde de Santovenia, la del Marqués de Pinar del Río y la de Doña Leonor de Herrera.
La urbanización de esta zona y muy en especial la barriada residencial que surgía a lo largo de la Calzada del Cerro, alcanzó por sus valores artístico y arquitectónicos relevancia nacional en el siglo XlX. Fue el barrio residencial de moda del Siglo XlX habanero.

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Muy cerca a la casa del poeta se encontraba el
Parque Tulipán,  barrio de El Cerro, La Habana
(Foto tomada en 1901)

Por su lírica musical plena de sentimiento se hizo acreedor a un puesto en el parnaso natal. Fue el poeta que manejaba las palabras con tanta facilidad como igual las manejaba para escribir textos a grandes autores de la trova tradicional cubana, como Graciano Gómez -compositor, flautista y guitarrista-  y Eusebio Delfin  -compositor y cantante-, quienes por derecho propio figuran entre los grandes músicos. Gustavo se volcó en creaciones que le garantizaron una amplia dimensión como sucedió con Flor de pantano (o Yo sé de una mujer) y Lección de piano, las que convertidas en canciones, tornaron esa época en el fenómeno de la poesía cantada.

 Su repertorio fue muy amplio y exitoso.

Cultivó el teatro con obras como: Carmen, El mundo de los muñecos, La verdad de la vida y El héroe, obra ésta presentada en Mayari, Cuba,  el 11 de abril de 1934 en beneficio de Martín Meléndez para comprarle un instrumento musical. Colaboró con Ernesto Lecuona -compositor y excelente pianista- y juntos promovieron el Teatro Lírico Cubano. Arraigada en el ambiente habanero la zaruela cubana, estrenan en marzo de 1930  el Teatro Payret  la zarzuela María la O, de Ernesto Lecuona con libreto de Gustavo Sánchez Galárraga la que  después resulto de un gran éxito en Europa.  El cafetal y Rosa la china fueron otras zarzuelas importantes de su autoría con el maestro Lecuona.  
Por largo tiempo mantiene una estrecha amistad con el Sr. Manolo R. Bastamente -de los Antiguos Alumnos de la Academia de La Salle- a quien había conocido a través del Dr. José Manuel Carbonell, presidente de la Academia de Artes y Letras.  Años después, en una noche de fiesta en la academia de La Salle, el laureado poeta –allí por deferencia especial- recita sus versos a San Juan Bautista De La Salle.  Esa misma noche mostró extrañeza de que el Colegio no tuviera un Himno y al momento brindose a escribirlo. Días después  entregó al Sr. Bustamante El Himno Lasallista encerrando sus tres elementos básicos: Dios, Patria y Hogar.

También la poesía neorromántica -época llena de emotividad- se vio representada en la obra de Sánchez Galárraga.  Su poema Meditación ganó un sitio en las antologías, tal como Empieza a perdonar.  El amor fue su tema reiterado, expresado con sensibilidad pre-modernista. El poeta formó parte de las tertulias artístico-literarias de distinguidas familias durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, destacándose las tertulias en la casa de los pianistas Fernando y Cecilia Arizti y en la misma casa de Sánchez Galárraga.

En su misma casa en la calle Tulipán, El Cerro, La Habana falleció el 5 de noviembre de 1934

De su autoría son:

Empieza a perdonar

De Gustavo Sánchez Galarraga

Empieza a perdonar, corazón mío.
 Serénate, ave loca, que es la hora.
 Estamos ya muy lejos de la aurora,
 y hay sombra en torno, soledad y frío.

 Deja que el tiempo, en su flotante río,
 arrastre tus agravios; calla, y ora,
 y no inflames tu carne pecadora
 con la torpe arrogancia del impío.

 Empieza a perdonar... ¡tú tienes tanto
 que lavar en las aguas de tu llanto,
 tal como en un Jordán copioso y triste!

 No te erijas en juez, ¿con qué derecho?
 Y en vez de recordar lo que te han hecho,
 ¡solloza, corazón, por lo que hiciste!

Maria Teresa Villaverde Trujillo
Julio 2010
ashiningworld@cox.net

       Vea más de Maria Teresa visitando:

   http://www.eu93.net/MariaTeresaVT.htm

  http://www.maristascuba.org/momento.htm


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